
¡Bienvenido!
¡Bienvenido!
Eres un vendaval, una tormenta, un tifón, un huracán, una granizada. Eres cielo despejado, un arco iris, una brisa marina, el canto del viento, la llovizna.
Eres el viento que refresca el alma al pensarte, el anhelo de mis brazos que buscan sentir la suave brisa de tus manos
A veces, de la nada, grito tu nombre súbitamente; lo grito de pronto como si fuera una oración, un canto, un rezo que me diera calma y protección
Hace tanto tiempo que la casa de mi alma está vacía, sin nadie que habite en ella más que los ecos de mi soledad. Y resulta que misteriosamente coincidimos, y veo que los muebles de tu ser bien podrían caber perfectamente en esta casa.
Que la luna llena sea el amalgama restante, que su cósmica luz ilumine almas y trace senderos que culminen en el mismo sitio
Cuando la oscuridad se cierre sobre ti, cuando la llovizna se te vuelva tempestad, cuando no pares de temblar y caigas de rodillas, cuando el alma se haga ovillo en lo más recóndito de tu ser